El Señor me ha llevado a hablar durante esta temporada de la hermosa presencia del Espíritu Santo en nuestra vida y el fruto que produce cuando Él reposa en nosotros. La palabra de Dios especifica claramente las diferencias y las luchas que hay constantemente entre el espíritu y la carne.

En el libro de Gálatas, en el capítulo 5, versículo 16 al 24, dice: Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”.

Quisiera exhortarle y edificarle a través de este mensaje, hay pasos que seguimos para llevar a una vida en el Señor, y  no solo es entregarle nuestra vida a Jesús, le explico, ciertamente, el primer paso para ir al cielo y para ser salvo es confesar a Jesús de Nazareth como Señor y Salvador de nuestra vida, la palabra de Dios dice claramente que Él es el único mediador entre Dios y los hombres, en Juan 14:6: “Jesús dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”, pero esto va de la mano con el cambio de nuestra actitud y nuestra manera de vivir, no podemos seguir viviendo de la misma manera que vivíamos antes, el diablo no quiere que cambies, la religión te mantiene esclavo, en estos tiempos ha resonado el “salvo, siempre salvo”, y esto lo que busca es que usted siga adherido al pecado, esto le dice “no importa que siga haciendo lo mismo, ya Jesús lo salvó”, y esto no es así, la verdad está establecida en la Biblia, en el libro de Efesios 4:17-32, donde notoriamente dice que aquel que mentía diga verdad, el que robaba no robe más, y que ninguna palabra corrompida debe salir de nuestra boca, ahora, si, es un proceso, porque por voluntad propia nadie puede cambiar de un día para otro, es Dios quien va transformando y transformando, solo debemos disponernos.

Hay dos tipos de frutos que pueden reflejarse en su vida, el de la carne o el del espíritu, el Apóstol Pablo enseñaba que los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. ¿Cómo podemos ver el fruto del Espíritu en nosotros?, estando en una relación con Dios, y si está en una relación con Él, es porque le ama, y si le ama usted no querrá ofenderlo ni herirlo. Esto no quiere decir que no estemos libres de las luchas, las vamos a tener, en algún momento vamos a caer, pero no podemos mantenernos en el pecado,  sacúdase y con arrepentimiento genuino vaya a su Amado.

Debemos procurar que reine en nosotros el fruto del Espíritu, y este es: Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. Hoy en día, muchos andan detrás del poder Espíritu Santo y no del fruto del Espíritu Santo, debemos poner un balance, si, el poder del Espíritu Santo es extraordinario, pero necesitamos cultivar el fruto, porque esto revela el carácter de Jesús.

En Juan 3:34 dice que el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios no da el Espíritu por medida. Él lo da por completo, es decir, si a usted le falta algunas de estas características del fruto, quiere decir que el Espíritu Santo no está morando en usted, porque las virtudes del frutos no fueron entregados por parte, fueron dados todos.

Quiero compartir el significado de cada una de las virtudes del fruto del Espíritu Santo.

Amor, en griego es “ágape”, significa afecto, buena voluntad, benevolencia, espíritu afectuoso, es la habilidad, el poder y la determinación que Dios nos da a través del Espíritu Santo, para amar a personas diferentes a nosotros. Y éste manifiesta a las demás virtudes.

Gozo: viene del griego “Jara”, que significa alegría, y del infinitivo  Joirein: regocijarse, estar contento, gozoso, estar lleno de gozo. Este verbo se usa en el Nuevo Testamento. Un hijo de Dios debe vivir en gozo pese a las circunstancias.

Paz: Una de las cualidades del carácter del cristiano que representa la palabra “SHALOM”: Significa: Un bienestar total, que implica también tranquilidad serenidad del espíritu. El énfasis aquí está en la paz con Dios, una bendición basada en la relación con Dios, también comprende la paz con uno mismo y con las circunstancias, Dios es llamado Dios de paz.

Paciencia: Del griego: “MAKROTHYMIA” .Significa: longanimidad, apacibilidad, indulgencia. No hay espíritu de rencor, es un equilibrio de todos los temperamentos y pasiones, completamente opuesto al enojo. Cuando hay paciencia hay constancia, firmeza y perseverancia.

Benignidad: También es amabilidad, es ser amable con otro, todo lo contrario a la dureza. Viene de griego: “JRESTÓTES”. Significa: bondad, integridad, excelencia de carácter.

Bondad: Es la traducción del griego: “Agathosune”. Significa: “benevolencia, bondad, rectitud de corazón y de vida.

Fe: Del griego “PISTIS”. Significa: “Fidelidad” el carácter de uno se puede confiar, señala el significado pasivo de la fe, digno de confianza, fidelidad, honestidad, confianza en el tratos de uno con otros, y va ligada a la lealtad.

Mansedumbre: Este proviene del griego: “PRAUTES”. Significa: gentileza, afabilidad soporta la incomodidad, este fruto se puede manifestar cuando están totalmente rendidos a Dios. La mansedumbre de Dios no implica debilidad, el creyente lleno del Espíritu Santo manifestará mansedumbre, él también puede conocer el poder de la indignación, pero así mismo será manso.

Templanza: De la palabra griega: “ENGKATEIA”. Significa: El control de uno mismo, conocido también como “dominio propio”, es una de las virtudes cristianas cardinales en la templanza, se nos amonesta a ser moderados y equilibrados en nuestra conducta, Es el control propio en el pensamiento, en nuestro enojo, nuestro hablar, el ejercicio del dominio propio refleja el poder de Dios en nuestra vida.

 

Cuando Él está en nosotros, será manifiesto su fruto, nos ayudará en nuestras debilidades, seremos transformados, nos fortalecerá, nos dará perseverancia y nos hará caminar conforme a los planes que el Señor destinó para ti y para mí.