Podemos tener fe, creer en Jesús, asistir a la iglesia, pero el que no fluye en el amor de Dios es como una campana vacía. El amor debe estar unido a la fe, no separado. Si usted aún no ora por nadie y tal vez, ni por usted mismo, entonces le falta el amor de Dios, ese amor que sobrepasa todo conocimiento y entendimiento.
Pueblo debemos venir a la iglesia con actitud de adoración, con un corazón abierto al amor de Dios, ese amor que no condena, que no humilla, que no es infiel.
Podemos ver, que en el mundo hay personas que tienen sentimientos mutuos y se dañan, eso no es amor de Dios, porque su amor es puro y no hace daño. El problema es que no tenemos que buscar entender el amor Dios, hay que experimentarlo; en los momentos de adoración podemos sentir y recibir ese amor sobrenatural de un padre a un hijo.
Con su amor sobrenatural nos vamos santificando, dejamos la religiosidad de un lado, y de esa forma, alcanzaremos el propósito por el cual fuimos creados. También, es importante que dejemos de practicar el pecado, para que el amor de Dios no se enfríe en nuestros corazones.
Hay varias maneras de conocer el amor del Padre, principalmente hay que conocer a Jesús, porque Él fue Dios en la tierra, estando aquí Él amó como su Padre y como el Espíritu Santo.
Jesús nos habla nuestra realidad, no para condenarnos sino para volver nuestra mirada a Él y entregarle nuestros corazones.
Quiero que se le quede en su corazón lo hermoso de este pasaje bíblico “Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios” (Efesios 3:14-19).
Cuando Dios hizo a Adán y Eva, puso un vientre espiritual con la idea de extender su familia en la tierra. Usted tiene que saber que tiene una familia eterna, el día que todos estemos en el cielo vamos a ser hermanos, pero desde ahora debemos establecer ese vínculo aquí en la tierra.
Nuestro Padre tiene una gran familia aquí en la tierra, y para su familia tiene riquezas espirituales, pero no es sólo en dinero, las riquezas más grandes que Dios nos ha dado es su amor y su fe, también los dones y frutos del espíritu.
Lo que Dios busca de nosotros es nuestra riqueza, que es todo nuestro corazón, para llenarlo de su amor y así, poder amarnos nosotros mismos y amar a nuestros prójimos.
Los insto a dejar su pasado, Dios no quiere que usted se contamine con lo que ya vivió, sino que pueda experimentar su amor y vivir el presente con la mirada puesta en el futuro que Él tiene para su vida.