Una de las cosas que veo que ocurre en los hijos de Dios es que en el proceso pareciera ser que olvidan su llamado supremo y no cabe duda que las adversidades, circunstancia, desiertos agotan y esto provoca que se olviden del propósito mayor de Dios.

Veamos el propósito de la vida de Pablo, que antes de ser el apóstol Pablo, era Saulo de Tarso, perseguidor de los cristianos, sus cartas siguen siendo fundamentos para nuestra vida, donde él muestra su vida, su persecución y la lucha que tuvo para establecer la iglesia, sus testimonios escritos en sus epístolas nos dan vida, esperanza, entendimiento e instrucción.
Al observar la transformación de Pablo y ver podemos notar que es un ejemplo poderoso de seguir. Él dice que era descendiente de Israel, de la Tribu de Benjamín, era un fariseo educado; es decir, un religioso educado por Gamaliel, quien fue el rabino más reconocido en la historia y formó a Saulo, quien tuvo un celo que provenía de Dios y por la religiosidad consideraba a los cristianos herejes peligrosos.
Saulo estuvo presente cuando Esteban fue apedreado y la religiosidad le decía “está correcto”, pero a pesar de todo su conocimiento no había tenido un encuentro con Jesús.
En Hechos 9:1 nos señala lo que él sentía hacía los cristianos, es por ello que la letra sin revelación le hacía creer que los cristianos eran pecadores que merecían la muerte. Tenía tanto conocimiento, razonamiento y autoridad que era imposible que tuviera un encuentro con Jesús, pero Dios tenía un plan diferente para él.
Cuando vemos que iba camino a Damasco, Saulo tiene una experiencia sobrenatural con Jesús, quien se le apreció como una luz que provenía del cielo que hizo que se pusiera de rodillas y tuvo un efecto sobre su vida que lo llevó a una conversión total. En ese momento, ante esa experiencia no tiene duda que Jesús es real y deja todo lo que Gamaliel le había enseñado.
Saulo, ahora Pablo comienza a predicar a Cristo Jesús, esto es lo que provoca un encuentro con nuestro Salvador, cae todo razonamiento humano, todo conocimiento, todo intelecto y se enfoca en su nueva vida y predica su Palabra.
Hay un llamamiento supremo en él, lo que hace que lleve el evangelio a los gentiles, a los reyes e hijos de Israel que estaban perdidos, todo eso lo vemos en el libro de Hechos capítulo 9.
El camino a Damasco fue el comienzo para que Pablo terminara en victoria, es por ello que no mires el camino que estás recorriendo ahora, sino la victoria que te espera.
Ahora Pablo tiene que vivir la transformación de la carne como lo dejó escrito en Filipenses 1:21, allí se da cuenta que todo lo que sabe no le sirve para llegar al final del camino y es humilde para reconocerlo.
Ahora veamos lo que dijo en Filipenses 3:7-8, aquí ya no se ve como el hombre grande que era antes, sino como una persona que necesita ser completamente cambiada y por esta gran humildad Dios pudo comenzar la obra transformadora del hombre interior para que conforme a ello Cristo fuese formado en él.
Dios le revela a Pablo la muerte de la Cruz, que es la muerte al yo continuamente, por eso dijo “Ya no vivo yo, mas Cristo vive en mí”, esta muerte al yo te hace ganar a Jesús personalmente.
Cuando leemos lo que establece Romanos 8:29 nos damos cuenta que Dios ya nos conoció; es decir, usted está predestinado, Pablo, antes Saulo, ya Dios lo había predestinado y lo que era imposible para el hombre Dios lo hizo posible.
¿Cuánta gente dijo de ti que no ibas a cambiar? Por eso a Dios no le importa cuan perdido puedas estar, porque Él cumplirá su palabra y propósito en tu vida.
Dios tiene un sueño con tu vida, hizo un pacto eterno, te trae al propósito y te da las fuerzas para que vuelvas al llamado.
Lo que dice Pablo en Filipenses 3.10 es que esto no va hacer fácil, “yo sé que tendré persecución, sé que me espera que hablen mal de mí, que me esperan cárceles, pero si es por causa de Jesús no importa”, pero tienes que saber que este camino tiene momentos difíciles, pero los desiertos no son eternos y Él te dará la victoria.
En 2 Corintios 4:10 aprendemos que si queremos ver la manifestación del poder de Dios, tenemos que se capaz de rendirnos a Cristo y vivir en nuestra propia vida los padecimientos que Él tuvo.
Pablo pasa por muchas situaciones adversas, pero eso no lo hace mirar atrás sino que su mirada estuvo puesta en el llamado que Dios le hizo, leamos Filipenses 3:12-14.
Para caminar hacia el llamamiento supremo tiene que venir la revelación diaria en su vida.
Dios fue capaz de darle poderosa revelación a Pablo por su fiel obediencia a vivir la vida que Dios le había dicho.
Al final de su vida Pablo pudo expresar lo que quedó registrado en 2 Timoteo 4:7-8.
Lo mejor de todo es que el evangelio de Jesús transforma vidas, la Biblia es una carta abierta para ti y para mí, es un presente continuo.
Mire la revelación y convicción de Pablo expresada en Gálatas 2:20, ahora mire la enseñanza en Romanos 12:2 para caminar bajo la revelación de Dios.
Veamos otro testimonio de Pablo en 2 Corintios 3:18, lo que nos quiere decir aquí es que él sabe cuán pecador era, pero Jesús lo cambió y ahora puede ver al Señor cara a cara.
Si este hombre que creía tener la razón e hizo todo lo que hizo y Dios lo pudo transformar, cuánto más lo puede hacer con nosotros.
En este día termino diciéndote, sigue adelante, aférrate a Jesús por que Él cumplirá su propósito en ti, no importa lo que hiciste hace poco o hace tiempo, busca de nuevo a Jesús para que un día tú y yo podamos decir como dijo el apóstol Pablo “Aquí estoy Señor, he peleado la buena batalla, he acabado la carrera y he guardado la fe”.
Padre oro en esta hora para que tu Espíritu Santo descienda en cada hogar y traiga convencimiento a cada persona que ha escuchado tu Palabra, perdónanos por haber vuelto al pecado, por perder la fe, por habernos estancados, por haber tenido la mirada en lo natural y apartarla de ti, que seamos libres ahora y empieces a llenar con tu gloria postrera, fortalece nuestro espíritu para aceptar y cumplir el llamado y el propósito que tienes para cada uno de tus hijos, ayúdanos a ser como Pablo valientes, esforzados, morir al yo, a tener encuentros sobrenaturales con tu presencia, no mirando lo que dejamos atrás ni las circunstancias sino la gloria eterna preparada para cada uno de nosotros.