El mundo está enfrentando una crisis, es la orfandad y la ausencia de la Paternidad de Dios lo que gobierna en sus vidas.
Estamos en una batalla espiritual constante, en donde el enemigo a través de engaños opera en nuestra contra. Las mentiras del enemigo buscan corromper todas las verdades de Dios y de Su Reino, es por esta razón que cuando hay un hijo con identidad y paternidad espiritual y se presenta una prueba, ¡Prevalecerá la convicción de que todo ya fue pagado en la cruz!
Si hablamos de Paternidad, debemos entender ¿Quién es un padre?
En el idioma arameo, la palabra “Abba” se traduce como “Papito”, dando la idea de un hijo que clama “¡Papito, papito!” en las piernas de su padre. Se usa para expresar una relación cercana entre el padre y el hijo. El otro vocablo corresponde al griego “Pater”, que proviene la palabra en español “Patria”, que significa “Padre” y denota respeto a la autoridad, a la cabeza de la familia.
La palabra “progenitor” se compone de dos vocablos: pro, que significa antes, y “gene”, que es el elemento que condiciona la transmisión y la manifestación de un carácter hereditario determinado. Los genes son traspasados de generación en generación. A través de ellos, los padres pueden transmitir vida o muerte, salud o enfermedad, docilidad o terquedad.
¿Quién es Dios Padre?
Dios Padre es el ser que tiene vida en sí mismo. Es aquel que no necesita nada ni a nadie para sostenerse, por eso puede dar vida y sustentar a todo ser humano,
Recordemos a Malaquías, y como esperando al Espíritu Santo, clamó por la restauración de la paternidad:
“Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición”. Malaquías 4:6
Jesús vino a establecer el Reino de Dios y a deshacer las obras del enemigo, sin embargo, para concretar esto, primero tenía que salvar al perdido, sanar al enfermo, restaurar al quebrantado y entregar poder para derrotar a Satanás.
El hijo de Dios vivió una vida de obediencia absoluta al Padre y pagó el más alto precio que un cuerpo humano podría resistir. Descendió a los infiernos y le arrebató las llaves a Satanás; venció la muerte y se sentó a la diestra de Dios Padre y toda autoridad le fue dada en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra. Conquistó lo humanamente inconquistable para darnos poder y vida eterna. Jesús vino a deshacer toda orfandad y a restablecer la identidad de hijos.
La revelación del Padre
“Estas cosas os he hablado en alegorías; la hora viene cuando ya no os hablaré por alegorías, sino que claramente os anunciaré acerca del Padre”. Juan 16:25
Este verso nos muestra que, aunque ya Jesús trató de explicar la paternidad de Dios a sus discípulos en un lenguaje figurativo, ellos aún no tenían una revelación completa, porque es el Espíritu Santo el encargado de revelar al Padre.
¿Cuál es la revelación que debemos tener acerca del Padre?
Nuestra verdad debe ser:
Él es nuestro Padre.
Él nos ama.
Nosotros somos sus hijos.
Cuando leemos lo que significa la revelación del Padre, pensamos que es sencilla y simple, pero existe una gran profundidad en ella. Así como la palabra “padre” en el griego es “pater” y se traduce en español” patria”, asimismo la palabra “familia” se traduce como “patria” en el griego, y significa “esfera de paternidad”.
La necesidad más grande de la raza humana, después de la salvación, es la de un padre.
En lo espiritual el vacío de la identidad y Paternidad no nos permite dar fruto en el Espíritu.
Sino que la carencia de frutos, inestabilidad espiritual y falta de sentido gobiernan.
¡Pero tenemos un Padre Eterno! Y la impartición que recibamos debe ser la revelación de identidad de hijo de Dios.
Solo nuestro Padre no entrega identidad y revelación de nuestro origen y la posición que tenemos ahora. Nos revela el propósito que el Señor nos entregó en la Eternidad.