Nehemías 8:2-3,5-8, nos muestra una combinación gloriosa, los que exponían las Escrituras lo hacían con tanta dedicación y sencillez, de modo que toda la gente pudiera entender, y los que oían, prestaban tanta atención como para que el Señor pudiera darles luz en aquello que estaban recibiendo, tal como Pablo aconsejó a Timoteo:
Si vemos 2 Timoteo 2:7 (RVR1960) El “Considerar” significa “mirar atentamente”, es el arte de fijar la mirada, o de prestar muchísima atención; por consecuencia, del Señor recibiremos el perfecto entendimiento en todo, pues Él es el único que puede darlo. Entender y prestar atención están tan conectados entre sí, que nada se entiende, si primero no se presta la debida atención.
En la ausencia de entendimiento existe una gran realidad, y es que las tinieblas pueden hacer temblar los cimientos o fundamentos. El cimiento o fundamento eterno es Cristo, pero no sólo de la iglesia, sino de la creación misma, Él no sólo es la cabeza de su Cuerpo, sino que también es la cabeza de la creación entera, entendiendo por cabeza la analogía de “primero”. La operación de la luz es la de alumbrarnos directamente al entendimiento:
Entender y conocer a Dios, nos permite saber quién es Él, qué es lo que ya hizo, y qué está haciendo ahora. El Señor dijo: “el que me entiende y me conoce sabrá lo que hago”. Es una gran responsabilidad comprender “qué hace Él”, “cómo lo hace” y “cómo quiere que nosotros lo hagamos”.
Santiago 3:15 nos enseña sobre 3 tipos de sabiduría:
1) De Dios (Divina)
2) Del hombre
3) De satanás
Entenderlo, es el principio de conocerlo, es comprender lo que hizo y por qué lo hizo. Conocerlo y entenderlo, es vivir alineados con Él y su voluntad. Es eso lo que nos libra de no santificarlo delante de los hombres, como muchos ejemplos que la biblia nos enseña.
Entonces, no se trata de la cantidad de verdades que se digan, o que los santos escuchen, no se trata de emoción, sino, de cuánto de eso están llegando a entender. Éste es un asunto serio para el perfeccionamiento de los santos, porque cualquier cambio que llevemos a cabo sin entendimiento, puede llegar a ser un caos que produzca gran desorden. Necesitamos entender lo que se espera de nosotros, porque no podemos disfrutar aquello que no entendemos. Hay beneficios y bendiciones que están retenidas porque todavía no se han revelado a nuestro entendimiento; pero cosas que actualmente se encuentran frenadas, serán destrabadas por el entendimiento.
Dios conoce y honra a los que tienen hambre por entender. Cuando vivimos bajo la vanidad de la mente creemos entender, pero en realidad no entendemos la verdad, por lo tanto, existe un cierre que blinda nuestra mente para aprender. Una gran dificultad, es que podemos estar en el lugar correcto, con las mejores ministraciones, pero con el espíritu equivocado, es decir, con la disposición incorrecta. Pero en este tiempo, Dios va a tomar palabras que usted escucho por décadas y les va a dar un nuevo sentido, por causa de su hambre en el espíritu.
La sabiduría, es asegurarnos de entender cada palabra que vamos oyendo, no podemos quedarnos e irnos a recostar nuestra cabeza en la almohada sin haber entendido algo que se nos dijo. Cuando dejamos de entender, estamos en peligro de producir malos frutos, y ese mal entendimiento hará con el tiempo que broten raíces de amargura. Una de las cosas que se enseña en el ámbito militar es no decir “Si” sin haber entendido primero, porque seguramente luego se va a desobedecer. El entendimiento es la materia prima de la obediencia. La obediencia es la acción de algo que se entendió. Tenemos que ir más allá de los límites de nuestro conocimiento humano para poder entender lo que Dios está hablando, porque si logramos por el Espíritu captar una palabra suya, Él queda atado por esa palabra y todo lo que va a venir sobre nuestras vidas va a ser añadidura de bien, de salud y de progreso.