En 1 Corintios 12:1-11 aprendemos que no es malo anhelar tener los dones del Espíritu Santo y quien lo desea es algo bueno para él y para otra persona.
“No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales. 2 Sabéis que cuando erais gentiles, se os extraviaba llevándoos, como se os llevaba, a los ídolos mudos. 3 Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo.4 Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. 5 Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. 6 Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo. 7 Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. 8 Porque a este es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; 9 a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. 10 A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. 11 Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere“
Debemos saber que no nos podemos mover en los dones, sino nos fundamentados en el don principal como es la fe.
Cuando no hemos madurado en el carácter en Cristo, los dones pueden ser peligrosos porque el balance debe estar en los frutos del Espíritu Santo y reconocer que todo lo que hacemos es gracias a Él.
La palabra “provecho” en este contexto bíblico significa alegría tanto para la persona que recibe el milagro como para quien es instrumento para ejecutar el milagro.
Debemos anhelar los dones del Espíritu Santo y que Dios nos use para bendecir a otros, pero Él da a cada persona conforme a lo que puede soportar.
La definición de don es regalo o dádiva material o inmaterial, esto proviene del Espíritu Santo. Por su parte, talento es la capacidad personal e intelectual que alguien tiene de manera natural.
Lo natural no produce cambios sino lo que proviene del Espíritu de Dios. En Gálatas 5:16-26 encontramos el fruto del Espíritu Santo.
“16 Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. 17 Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. 18 Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. 19 Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, 20 idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, 21 envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. 22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. 24 Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. 25 Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. 26 No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros“
Tanto en los dones como en el fruto del Espíritu Santo debemos tener fe.
Necesitamos crecer en el fruto del Espíritu Santo porque es el que hace que la carne mengue y no tengamos una apariencia de piedad en la iglesia y en la casa ser otra persona.
El fruto del Espíritu Santo nos ayuda a llegar al carácter de Cristo.
El fruto del Espíritu son virtudes que el Señor nos da, es un poder que recibimos que es invisible pero se hace visible, no lo vemos, sino que creemos para que lo que está adentro se manifiesta hacia afuera, como lo establece Gálatas 5:22-23
“22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.“
Lo que es invisible hoy día, en algún momento se hará visible.
Cuando Dios nos da algo nos los da completo y no por medida, así quedó registrado en Juan 3:34, por lo tanto debemos manifestar todos los frutos del Espíritu Santo y no uno sólo.
De acuerdo a Mateo 7:17 el fruto del Espíritu Santo nos da la capacidad de amar y sobre todo a aquellos que no queremos amar, ya que de acuerdo 1 Corintios 13:4-7 debemos tomar la decisión de amar, sin condiciones y sin esperar nada a cambio.
“17 Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos.”
“4 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; 5 no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; 6 no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. 7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.“
El segundo fruto es gozo que es regocijarse y que es estar contento, lleno del Espíritu Santo en todo tiempo, Lucas 2:10-11
El tercero es paz, característica que significa “Shalom” que es un bienestar total a pesar de dificultad, Romanos 15:33 y 16:20
“33 Y el Dios de paz sea con todos vosotros. Amén.”
“20 Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros”
El cuarto es paciencia viene del griego makrothymia que significa longanimidad, que es generosidad. Esta definición está unida a la característica de alguien que perdona constantemente, 2 Tesalonicenses 3:5
“5 Y el Señor encamine vuestros corazones al amor de Dios, y a la paciencia de Cristo.”
Benignidad viene de amabilidad significa bondad-integridad, es excelencia de carácter, Efesios 4:32
“32 Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.”
Bondad es vivir sinceramente con integridad.
Fe es ser fiel con Dios y poner la confianza en Cristo en todas las cosas.
Mansedumbre significa gentileza, afabilidad, agradable o dulce.
El fruto del Espíritu Santo revela lo que realmente es una persona. Es la evidencia de la madurez de un cristiano. Son las virtudes y los que produce obedecer a Dios y triunfar en las debilidades.
Somos nosotros quienes debemos reconocer delante de Dios que nos está faltando, le pedimos perdón para que Él trabaje en nuestro espíritu y crezca en nosotros el fruto del Espíritu Santo para llegar a la estatura de Cristo.