Es importante que como hijos de Dios, tengamos vigente sobre las oraciones espirituales, sus beneficios y los ejemplos encontrados en las Escrituras.
Escrito está en 1 Pedro 4:7: “mas el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración”
La palabra “sobrio”, significa estar despierto ver, observar espiritualmente. Cómo hijo de Dios, debemos estar sobrios y atentos, para orar la voluntad del Padre, y no nuestros deseos y voluntades, recordemos que Él siempre nos da más de lo que pedimos o esperamos, dice Romanos 8:32: “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? “
Pero para pedir y aceptar su voluntad, es necesario que experimentemos muerte a lo que pensamos que es lo mejor para nosotros, y llevar nuestras oraciones al altar, allí viviremos en nuestra vida el querer como el hacer que solo Él puede depositar en nuestro espíritu.
Así que procuremos vaciarnos del “yo” humano, y cada día estar pegados a la cruz, para crucificar la carne, y así nuestras oraciones serán más efectivas, y el hijo de Dios va aumentando en nosotros.
No olvidemos que:
•⁠ ⁠La oración manifiesta su grandeza y poder (Efesios 1:19-21)
•⁠ ⁠El centro de su voluntad es vivir en un espíritu de oración
¿Por quienes debemos orar?
1- Por cada petición personal oración
2- La familia
3- Los amigos
4- Conocidos
5- Desconocidos
6-Territorios y naciones
Tengamos un espíritu de oración constante y declaremos los decretos de Dios en su Palabra
Los decretos del Señor son una espada poderosa que traspasa el mundo espiritual y afecta lo físico. Dios dice que Él hará cuando nosotros oremos y Él libera su poder. Así como lo expresa la armadura de Dios en Efesios 6:16-17
“16 Además de todo esto, tomen el escudo de la fe, con el cual pueden apagar todas las flechas encendidas del maligno. 17 Tomen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios”
orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos” (Efesios 6.18)