no de los principios que ha cuestionado el espíritu de religiosidad es el dar, cuando el deber ser es poner a Dios primero y darle lo mejor.
Es por ello que necesitamos recibir la revelación de lo que es el dar y entregar nuestras primicias, los ciudadanos del Reino vivimos bajo un gobierno espiritual y en este gobierno de Dios incluye las finanzas porque Él dijo “yo soy el dueño del oro y la plata”.
Entonces, debemos aprender que Dios es nuestro proveedor porque nada depende de nosotros sino de Él, por lo que las provisiones financieras no provienen de lo que hagamos en nuestras fuerzas sino por las bendiciones que el Padre nos da.
En Hageo 2:6-8 está escrito “Yo soy el Dios de Israel, y dentro de poco tiempo haré temblar el cielo y la tierra; ¡sacudiré el mar y la tierra firme! Haré que tiemblen todas las naciones; haré que me traigan todas sus riquezas para llenar con ellas mi templo, pues la plata y el oro me pertenecen”, estos son parte de los hechos que hablan de la segunda venida de Jesús.
En estos tiempos difíciles en el que todo está en crisis y en el que el Señor está anunciando su segunda venida vemos el poder de la fe, porque cuando el mundo tiene su esperanza en lo natural los hijos de Dios tenemos fe que en medio de la crisis el Padre pone su mano y nos saca del problema.
Cuando Dios comienza a trabajar tenemos que ser buenos mayordomos y multiplicadores de lo que recibimos, el dinero está para ser gobernado y no para que nos gobierne, porque cuando esto sucede las personas se convierten en personas codiciosas y envidiosas.
En este día de primicias Dios quiere renovar nuestra mente en el área financiera, lo primero que debemos hacer es romper con la incredulidad, tenemos que creerle y confiar en sus promesas.
En segundo lugar, debemos empezar a creer en los sueños y sueños grandes, pongamos esos sueños a los pies del Señor.
El tercer punto es no pongamos nuestra confianza en el sistema de este mundo.
Por último, debemos romper con las maldiciones adámicas.
Hay gente que duda y no trae lo mejor para el Señor, cuando en nuestra naturaleza debemos tener el ADN de Dios.
Génesis 1:1 establece que Dios fue quien estableció el cielo y la tierra y lo que hemos creído en Él todo lo que hizo se sigue multiplicando, porque lo que proviene de Él es interminable, es un Dios extravagante. En la actualidad, seguimos comiendo de los frutos que Dios al principio de la creación estableció y las naciones de la tierra son bendecidas por los recursos que Él sembró en ella.
Cuando Cristo vino transfirió lo que el Padre tiene, al leer 3 Juan 1:2-1 “1 El anciano a Gayo, el amado, a quien amo en la verdad. 2 Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma“, nos damos cuenta del deseo del corazón de Dios, hoy declaramos esta palabra para nuestra vida.
En 2 Corintios 8:9 “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.”, observamos que Dios desea que rompamos con la maldición de la pobreza y que seamos enriquecidos.
En este año lo quiero invitar a que Cristo sea la primicia en nuestro corazón para que Él viva y gobierne en todas las áreas.
Cristo nos redimió de las maldiciones de la ley, lo que quiere decir que Él transformó nuestra vida para ser el centro de ella.
Declaramos que es un año donde familias completas ponen a Cristo como el centro de su vida.
Señor establecemos tu Reino y gobierno en nuestro corazón y familia, declaramos que Cristo como el hijo de primicia es el centro de nuestra vida.