Estamos viviendo en el tiempo del Rosh Hashaná, que son los días en los que indagamos en nuestro corazón para que se produzca un arrepentimiento genuino.

En ese sentido, es importante conocer que hay principios que nacen en nuestro corazón, los cuales se mueven y se ejecutan en este, tales como el perdón, la paz, la misericordia, y otras que ya no vemos en nuestra sociedad; por el contrario, en el mundo solemos ver disensión, juicio, la persecución. Los principios que les mencione que nacen en nuestro corazón, son los que nos marcan como hijos de Dios.

Son muchas las personas que en algún momento han escuchado la Palabra del Señor, pero lamentablemente por afanes del mundo, eso se perdió y la Palabra se hizo infructuosa, tal como lo dice Marcos 4: 18-19. Es por ello, que nosotros como hijos de Dios debemos entender cuál es el corazón que necesitamos tener para todo lo que el Señor quiere hacer en nosotros.

La humillación que debemos tener cada uno de nosotros frente a la presencia de Dios es algo que viene internamente, es algo que el Señor desea escudriñar en el corazón y no el cuerpo externo. Lo que el Padre busca de nosotros es poder vernos desde su perspectiva, y no de la intención de nuestro corazón.

Como vemos en Lucas 18:10-14, una persona puede tener una conducta intachable pero estar lejos del corazón de Dios. En el Reino es necesario entender que el peso espiritual de los ojos de Dios viene de la condición interna de nuestro corazón.

Hay veces que el arrepentimiento no fluye naturalmente dentro de nosotros, es porque lamentablemente el engaño de nuestro corazón y de Satanás ha puesto velos en nuestro entendimiento. Es el mismo ejemplo del fariseo, que teniendo varias cosas bien hechas perdió el entendimiento a causa del orgullo, ya que el orgullo va en contra del arrepentimiento.

En el Nuevo Testamento, Jesús dice que detrás de Él vendrá el Espíritu Santo, que es el Espíritu de Verdad. El hecho de que haya un corazón que se arrepienta, necesita de una condición de humillación, para que eso suceda tenemos que decidir cuál es nuestro objetivo, el cual debe ser humillarnos por Jesucristo.

Lo que quiero enseñarles es que hay una realidad dentro del corazón, que cuando está alineada a las cosas del Señor y el Espíritu de Dios está en nosotros y trae la verdad, nos podemos arrepentir de todo corazón. Cristo vino a decir que, lo que está dentro del corazón es lo que interesa, no lo que está fuera.

En el Antiguo Testamento, vemos un ejemplo de ello, era necesario llevar al pueblo de Israel a un entendimiento, y que manera de hacerlo, al decirles que rasgaran su corazón en vez de rasgar sus vestiduras (Joel 2: 12-17).  Hermanos no doble rodillas, haga ayuno y oración, no se ponga a llorar si antes no tiene una condición en su corazón de arrepentimiento, porque de nada sirve arrepentirnos de nuestros pecados si no nos arrepentimos de estar apartados de la voluntad de Dios para nuestras vidas, para eso, debemos tener una conciencia espiritual, no de nuestros errores obvios sino de las fallas que tenemos en lo más profundo de nuestro corazón.

Pastor Mario Barrios