Lo primero es dar al Señor. La honra es igual a valorar y respetar a alguien. Por ejemplo, antes se honraba a los ancianos, con el simple hecho de dar el asiento a la gente mayor, eso con el tiempo se ha perdido y olvidado. También se ha perdido la honra en la iglesia, no honramos a nuestros líderes que se entregan por nosotros y no valoramos su esfuerzo y sacrificio.
Entonces, ¿Puedo estar preparado para entregar mis primicias si en mi corazón no he entendido la honra? La respuesta es NO, pues si lo hacemos con un corazón que no se le ha revelado la honra estaremos santiguando nuestro año. Es necesario alinear nuestro corazón, para así entregar nuestras primicias, y que estas provoquen algo diferente y sobrenatural este año. El entregar y honrar no debe ser una acción políticamente correcta, es una acción espiritual.

Mateo 6:9, enseña que la palabra santificado significa “honrado sea tu nombre”
Uno de los principios más altos del Reino es poder honrarlo a Él. Dios no necesita nada para existir, es todopoderoso y suficiente pero aun así podemos ministrar su corazón a través de darle adoración. Podemos lograr alegrar el corazón De Dios, teniendo el corazón correcto delante de Él.
La familiaridad es contrario a la honra. Un ejemplo es cuando vamos a ver un doctor nos puede dar una receta y aunque no entendemos su letra en la receta no le decimos nada porque respetamos su persona y profesión. Entonces, ¿por qué cuando un líder o pastor nos da un consejo lo cuestionamos? ¿Será que nos hemos familiarizado y ya no respetamos su manto?
Si verdaderamente queremos recibir las promesas que Dios tiene para nosotros este año debemos alinear nuestro corazón, sacar de nuestro corazón la familiaridad y ser transformados. Lo que nos dará el acceso a esas promesas y bendiciones será nuestra honra en el corazón.
Hoy te invito a tomarle el peso a esta palabra, a rendir el corazón para que sea transformado, y para estar preparados como nunca antes y entregar nuestras primicias con la revelación del dar.