En esta casa, juntos aprendemos sobre la Palabra de Dios, siempre quiere revelarnos algo nuevo… Muchas veces hemos leído el pasaje de Jesús y los diez leprosos, y siempre hay algo que quiere hablarnos.
Inicia esta enseñanza narrando que Jesús está a punto de entrar a un pueblo y en este hay diez hombres, aquel pueblo estaba inundado con una peste, la lepra. Pero la Palabra nos habla de sólo diez, algo tienen estos hombres. Una persona con lepra, en el contexto de aquel entonces era una persona eximida, apartadas, que no podía acercarse a cualquier otra persona, era una ley vigente en este pueblo

Jesús emprendía una travesía en Israel, Él sabía todo lo que le esperaba, las traiciones, aflicciones, Él sabía que en un momento se iba a sentir completamente solo, que sólo le esperaba la muerte, y en medio de ese camino el está en frente de dos caminos, dos opciones, caminar hacia la muerte o manifestarse por medio de milagros, establecer su gloria en la tierra, manifestar la voluntad del Padre, ¿No te suena familiar?, ¿No te hace recuerdo a todas las veces, en las que en el caminar con Dios te invade la duda? Y no te quedas más que en el punto en el que debes tomar una decisión

Samaria y Galilea, Jesús tenía que decidir, llegó a un punto de su camino en donde sólo veía estas dos ciudades, son sus dos opciones, Galilea fue parte de su origen, de sus inicios, en tanto, Samaria era despreciada, gente menoscabada, considerados como algo bajo para los judíos y Jesús era judío, y adivina que, los leprosos son de Samaria y aquellos cuando vieron a Jesús le gritaron desde lejos al Maestro, haciendo prevalecer la ley, es decir, no se acercaron. Pero cuando el maestro ve a estos hombres, los manda delante del sacerdote, Él conocía la ley y la respetó, pero también, sabía que solamente los sacerdotes son los que verificaban la sanidad de una persona que fue llamada leprosa.

Para toda bendición, se necesita una acción y esa acción debe ser la fe, aunque Dios puede usar hombres y mujeres como un medio, Él que hace el milagro se llama Jesús, debes gatillar tu fe, no soy yo quien obra el milagro. Te cuento un secreto, la obediencia también es señal de fe, ¿por que los leprosos le obedecen a Jesús? Porque tenían revelación de lo que realmente significa la fe, porque esa semilla, ese rumor fue escuchado, un rumor que hablaba sobre un Mesías, gatilló una granada de fe y en su obediencia, en su caminar ante el sacerdote fueron sanos, su obediencia gatilló su bendición y sólo lo exaltaron y glorificaron al que es Digno.

Pueblo debemos darle la gloria al Rey, aquel que cambio tú vida, y cambió mi vida, no fui yo, ni ningún otro pastor, se llama Jesús de Nazaret, debemos procurar que nuestra vida sea honra ante su altar, agradece como agradeció cada leproso, exaltando su nombre, rindiéndose ante Él, ¿hubo acaso alguna ley que los detuviera, que les prohibiera adorar a Dios? Déjame decirte que cuando tú y yo le entregamos nuestra vida a Jesús, Él puso su mirada ante nosotros, fuimos cambiados, así como fueron cambiados aquellos leprosos, pero debemos agradecer como el único que regresó a agradecer y testificar sobre su poder, debemos adorar como el adoró ¡agradece como el agradeció! No pierdas la fe, mientras más te aferres a ella, más verás la mano de Dios sobre tu vida. Y cuando veas su mover, cuando veas como Él te auxilió, como Él te atendió, como Él te sirvió, ¿Por qué no agradecer? La obediencia gatillo tu bendición, pero tu servicio también lo gatilla, no te apures, aquello que le pides a Dios llegará a su tiempo, debes prevalecer y crecer en la fe, no poses tu mirada en lo que no tienes, en tus problemas o en lo que te falta, agradece lo que ya tienes, Dios se encargará del resto, dale la gloria ¡Porque no es por vista sino por fe!, Jesús nos llama a caminar en fe ¿Cuanto Dios ya ha hecho por ti? ¿Cuánto más crees que hará? Él te ha dado, familia, vestimenta, vida, te ha dado todo. Amada iglesia, nunca te olvides de decir gracias, algo ocurre en el corazón del Padre cuando ve a sus hijos agradecer.