En Génesis 49:1-28, podemos ver como Jacob llama a sus hijos, para declarar una palabra sacerdotal sobre ellos y bendecirlos. Con esto les quiero decir, que la bendición sacerdotal se trata de una desatar palabra profética sobre nuestros hijos y nuestra familia.
Esta historia bíblica inicia con Jacob declarando lo que va a acontecer, no es lo que estaba ocurriendo. Es por ello, que cuando nosotros bendecimos nuestras generaciones, se trata de una palabra profética que estamos estableciendo en nuestras generaciones para el futuro.
Asimismo, podemos ver como Jacob antes de bendecir a su hijo Rubén, resalta sus virtudes. Padre o madre esto es un llamado de atención para usted, cuando hable a sus hijos, primeramente, debe afirmarlo; tal como lo hizo Jesús cuando nos llamó, Él no nos puso por delante todo lo malo de nosotros, más bien dijo “haré cosas nuevas contigo”.
Cabe destacar que en Génesis 49:26, Jacob les dice a sus hijos que las bendiciones que estableció en ellos, son mayores a las que recibió él de su padre. Ahora bien, lo que quiero que entienda es que hay una unción en cada uno de nosotros los padres y abuelos, es la bendición sacerdotal y eso se tiene que transferir a nuestras generaciones.
En nuestra boca hay poder para bendecir y maldecir, nosotros como cristianos debemos unir nuestros labios a los de Dios y declarar palabras de bendición sobre nuestros hijos, al tiempo que establecemos que ellos podrán alcanzar naciones. Colosenses 1:16 nos enseña que todo fue creado por y para Dios, lo mismo es con nuestros hijos.
En consiguiente, no debemos decirle a nuestros hijos que no sirven para nada, es hora de que empecemos a hablarles todo lo que ellos serán en Dios, porque los dichos de nuestra boca afectarán lo visible y lo invisible, y lo que declaramos será eterno.
Así lo expresa la Biblia en 2 corintios 4:18 “no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas”. Las palabras que soltamos son vehículo para lo sobrenatural.
Hay cinco cosas que transfieren bendición:
- Contacto: abrazar a nuestros hijos, darle un beso, tomarlo de la mano, tener contacto físico con ellos, por muy grande que sean siempre lo van a necesitar.
- Palabras: hablar con ellos, contarle sobre su familia, decirles cuanto los amamos.
- Valoración: el valor más alto de nuestras vidas debe ser ellos.
- Futuro: hablarles del futuro, de lo que van a ser y van a lograr.
- Compromiso: como padre debe estar comprometido con sus hijos en todo.
Jesús sabía que era el hijo, pero igual necesitaba escuchar al Padre decirle “eres mi hijo” (Lucas 3:22). Si Dios hizo esto con Jesús, nosotros también debemos hacerlo con nuestros hijos, ellos necesitan saber que los amamos.
Debemos aceptar a nuestros hijos tal como son, amarlos, defenderlos del mal, y darles nuestra bendición para que ellos tengan fe y esperanza de un mundo mejor. Padre, madre, cuando llegue tu hijo o tu hija con el diploma en mano, ahí verás el fruto de tus palabras, el resultado de lo que les hablaste por años.