Después que le entregamos nuestra vida en Cristo, nos surge una pregunta: ¿Qué quiere Dios de mi? Es una pregunta que debemos hacernos, y saber que fuimos creados con propósito. El libro de Éxodo 10:3 dice: “Entonces vinieron Moisés y Aarón a Faraón, y le dijeron: Jehová el Dios de los hebreos ha dicho así: ¿Hasta cuándo no querrás humillarte delante de mí? Deja ir a mi pueblo, para que me sirva”. Cuando Dios se revela a Moisés, y lo manda a liberar a su pueblo, pero, ¿cuál es la razón? Porque quiere que su pueblo le sirva, siempre le sirvieron como esclavos al Faraón. Para que entendamos esto, antes que conociéramos a Jesús estábamos esclavos, es decir, esclavos del pecado, de la ira, de los vicios, entonces, Dios envía un Moisés para decirle a Faraón (la droga, la depresión, todo lo que usted tenía), “deja ir al pueblo para que me sirva”

Dice Marcos 1:31: “Entonces él se acercó, y la tomó de la mano y la levantó; e inmediatamente le dejó la fiebre, y ella les servía.”, vemos que está mujer enferma fue sanada por Jesús, Él la levantó, y por agradecimiento ella comenzó a servirle.

Hay dos razones por las cuales debemos servimos a Dios:

  • Le servimos a Dios y a su pueblo por gratitud.

Hebreos 12:28, dice: “Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia”.

La medida de agradecimiento que tengamos en nuestro corazón, determinará nuestro servicio.

 

  • Servimos a Dios por amor, y eso lo demostramos con su pueblo.

Hebreos 6:10 dice “Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún”

 

Alguien me dice: “Estoy cansado de servir”, es verdad, muchas veces nos agotamos, pero ¿sabes qué? No estás sirviendo solo a persona, me estas sirviendo a mi a través de otras personas. No podemos decirle a Dios, “Tu palabra dice que tu no eres injusto, pero mira lo que tanto te serví”. No tenemos que recordarle, debemos permanecer, y verás su gloria sobre ti.

Hermano, mi deseo es que usted pueda estar cerca del Padre sirviéndole, háblele a otros del amor de Dios, edifique su casa a través del servicio, ayude a la extensión del reino… ¡Que nuestro amor y agradecimiento se manifieste a través del servicio a Dios y a su pueblo!