Tenemos que saber que hemos entrado en una nueva era, es una edad nueva, todo lo que experimentamos antes de este Pentecostés que celebramos el pasado 31 de mayo, es diferente a lo que experimentaremos ahora. Por ello, es importante que sepamos siete cosas que nos dejó Pentecostés:
- Lo nuevo y lo viejo se juntó. La gloria pasada y la gloria presente se unieron el 31 de mayo.
- Un inusual bautismo de fuego. No se dio en el templo, sino en los hogares de cada una de las personas que estaba conectada.
- Maravillas y señales inusuales, milagros extraordinarios se han desatado. El Espíritu de Dios nos llevó a orar y a profetizar al cielo para que venga una gran lluvia sobre esta nación y cese la sequía; eso es lo que estamos viendo ahora.
- Temor de Dios.
- Una insólita cosecha en todas las áreas. Vamos a cosechar no sólo en las finanzas, también almas, nuestra familia, y demás.
- Transferencia de riquezas.
- Manifestación angelical. Veremos un extraordinario movimiento de ángeles.
De esa forma, en esta nueva era también vamos a ver un bautismo fresco del Espíritu Santo, el cual será el que distinga al remanente del resto de la Iglesia. Se trata de una dimensión del fuego de Dios que nunca antes se había sentido. Ahora bien, ¿cuál es el propósito de esto?
- Limpiar la Iglesia y santificarla, prepararla para la venida de Jesús.
- Reiniciarnos a usted y a mí, para avivar el fuego y retornar la pasión en nosotros.
Con esta pandemia se perdió la pasión de servir, de predicar, se perdió el fuego, muchos perdieron su fe, y la razón de todo esto es porque removieron el altar. Casi setecientas veces sale en la Biblia la palabra “altar”, todos deberíamos tener un altar para Dios, en nuestro corazón y hogar; sepa usted que cuando remueve su altar, remueve también su presencia y por eso el fuego del Espíritu no puede descender.
También, el Señor trajo todo lo nuevo porque hay una influencia en la Iglesia del Espíritu de esta edad, que es el Espíritu de engaño, de anti Cristo, de la mentira, de leyes anti Dios, todas las personas están siendo influenciadas por este Espíritu, que los lleva a ser gente suave y sin pasión, apaga el fuego de Dios en las vidas y crea una generación que va a la Iglesia sin comprometerse.
Muchas veces el problema no está en la gente, sino en los pastores que no quieren predicar ciertas verdades para que la gente no se ofenda y no se vaya, quieren tener un culto a la semana y no quieren meter a los creyentes en la oración. Este Espíritu crea una generación no comprometida, una Iglesia casual y dormida.
En el libro de Apocalipsis 2:2-5, Dios habla a través del apóstol a una Iglesia, y le dice “no desmayes”. Ahora mismo hay gente tirando la toalla, tirando el liderazgo, siendo para Dios importante no desmayar. De acuerdo a lo que expresa este fragmento de la Palabra, es un pecado para el Señor perder el primer amor, perder la pasión y el fuego.
Sabemos que estamos en momentos difíciles, con la pandemia y la crisis que se ha generado, pero no por eso debemos perder la pasión. Después de esta plaga, veremos tres tipos de personas en la Iglesia:
- Los que no hicieron el cruce a la nueva era, que se quedaron atrás, siguen pensando en seguir haciendo lo mismo cuando todo pase.
- Los que van a tirar la toalla, hay gente que está pensando en entregar el liderazgo, se dan por vencidos porque se sienten cansados. Dios no descansa de proveerte, no traiciona, es un Dios de pacto.
- El remanente, los que van a seguir adelante, a cualquier costo van a servir a Dios, los que no tiraron la toalla.
Mateo 3:11 nos habla de qué es el bautismo, muchos de nosotros hemos bautizado por el Espíritu Santo, cuando fuimos bautizados Dios nos dio poder con la evidencia de hablar en lengua. La bomba no explota sino se prende la mecha, cuando usted fue bautizado por el Espíritu quiere decir que tiene la bomba pero aún le falta el fuego para que prenda y explote, son dos bautismos el de poder y el de fuego; este último es para limpiar, purificar y santificar, como lo dice en el versículo 12.
El fuego lo origina Dios, como refiere Hebreo 12:29, Él es fuego consumidor, siempre Jehová responde con fuego, cuando usted pone una ofrenda Dios paga su casa, usted le da adoración y Él lo sana. Hay una profecía para esta era, que el fuego vendrá sobre las cabezas y en las casas; por eso fíjese que Jesús dice “fuego vine a echar en la tierra; ¿y qué quiero, si ya se ha encendido” ( Lucas 12:49).
Bienvenido a la nueva era de los corazones ardientes, una de las características es que los corazones arderán, ya usted no tendrá una vida aburrida, esta nueva era le hará a usted arder por Dios y por las almas, cuando vuelva a la Iglesia yo veré el fuego de Jehová ardiendo en tu corazón. En el 2021 y 2022 estará ardiendo tu corazón, pero si tira la toalla esto no pasará.
Algo más debemos tener en cuenta, en la tierra hay dos tipos de fuego, el que origina Dios que siempre traerá juicio, santificación y aprobación; mientras que, el fuego extraño según Levíticos 10:8, es el que reemplaza el fuego de Dios y se origina en la carne, en la ambición, es demoníaco, y se da en la mezcla que tiene un poquito de Dios, de la carne y del diablo, también viene por asociaciones, amistades, familia. Dios castiga el fuego extraño, lo vemos en Levíticos 10:1-2.
En tal sentido, después de esta pandemia se debe predicar un mensaje de santidad, este fuego viene para santificar, con este fuego Dios lo quiere purificar. En este tiempo, va a salir cuál es el motivo por el que usted sirve al Señor, lo hace por servirle o por una paga; la Biblia dice que este fuego probará la motivación del corazón, el por qué ofrendas y oras.
La condición para recibir el bautismo de fuego, lo vemos en Apocalipsis 2:5. Recuerda los primeros días que te convertiste a Cristo, cuanto deseo tenías de orar, estabas en el primer amor, pero ahora apenas apareces un domingo al mes, porque perdiste tu primer amor.
Para recibir el fuego del Espíritu Santo, primero debes arrepentirte y pedir perdón a Dios por haber perdido el primero amor y haber estado tibio, si no te arrepientes Él quitará su presencia. El segundo paso es traer un sacrificio, nosotros somos el sacrificio vivo, dónde no hay leña no puede encenderse un fuego, lo que quiero decir es que, la leña es tu humanidad, Dios pone el fuego pero es tu responsabilidad poner la leña, negándote a ti mismo.
Si usted perdió el primer amor, perdió el fuego y la pasión, si dejaste de orar, Dios no te condena hoy, Él te dice arrepiéntete y vuélvete a mí. El Señor en este día quiere retornar la pasión en usted, pon la leña para que venga el fuego.