Bendición y frutos
“Alabad a Jehová desde la tierra. Los monstruos marinos y todos los abismos; El fuego y el granizo, la nieve y el vapor, El viento de tempestad que ejecuta su palabra; Los montes y todos los collados, El árbol de fruto y todos los cedros” Salmos 148: 7-9.
El Señor a través del Rey David, nos enseña la importancia de la adoración; podemos decir que, desde que fuimos concebidos en el vientre de nuestra madre Él nos hizo adoradores.
Necesitamos entender lo importante que es adorar a Dios, a veces por el afán que tenemos en nuestras vidas, pensamos que del servicio lo más relevante es el mensaje y por eso llegamos justo para la prédica. Hermanos, el tiempo de la alabanza y la adoración es lo más importante, puesto que, desde ese momento nuestros oídos espirituales son abiertos y preparados para recibir el mensaje que Dios quiere darnos, pero sobre todo, porque es lo que nosotros le entregamos a Él.
La adoración es el tiempo que tenemos delante del Señor, de arrepentirnos por las cosas que hemos hecho, es el momento de humillarnos ante su presencia y reconocer su autoridad y su fidelidad; con la adoración le damos el lugar a Dios.
Usted nunca tenga vergüenza de llorar durante la adoración, de arrodillarse o postrarse completamente, porque lo que debe importarle es adorarle a Él.
La adoración es el preámbulo para que algo poderoso pueda ocurrir, también es la demostración de que estamos vivos, cuando usted adora a Dios, lo que está haciendo es decir “Dios es real”.
Tenemos que aprender que la adoración debe ser espontánea, aunque los adoradores canten, es la iglesia quien debe adorar al Señor. El mar no le dice a las olas que suenen, ellas emiten un sonido espontáneo. Los sonidos de la adoración son los que atraen la presencia del Señor, es el que atrae la bendición y los frutos a nuestra vida.
La Biblia en Salmos 8:1-2, me lleva a hacerme una interrogante, ¿Cómo puede ser que un bebé puede crear fortaleza? En los bebés hay inocencia, tal vez con su llanto están adorando al Señor, o en su vocabulario lo alaban, ya que no hay nada que pueda malo en ellos que pueda estorbar su adoración.
Dios está buscando a alguien que haga realidad los sueños de Él en la tierra. Pero los sueños se perciben, y eso se logra es en la adoración. Lo que percibes en el espíritu es lo que empezarás a hablar para poder hacerlo.
Para poder ver algo, en lo espiritual usted primero tiene que percibirlo, por eso la Palabra dice que no es por vista sino por fe. Lo que se percibe, es lo que se verá; lo que se ve es lo que usted habla.
La Palabra del Señor en Salmos 8:3-9, nos está diciendo que fuimos creados para gobernar en todas las áreas de nuestras vidas. Si los animales adoran al Señor, cuánto más nosotros que fuimos creados por Él y para Él.
Los pajaritos construyen su nido, de repente viene un ventarrón y la destruye, la vuelve a construir y cae una lluvia y la destruye. Los científicos dicen que los pájaros durante unos minutos guardan silencio después de perder su casa, pero luego comienzan a cantar y buscan las ramas para volver a construir su hogar.
A veces estamos muy seguros en lo que tenemos, y de repente en un abrir y cerrar de ojos se termina, pero si usted ha aprendido a reconocer a Dios como Padre y creador, aunque le toque llorar; usted le tiene que decir “en medio de mi desierto te adoraré y te alabaré por encima de mis circunstancias”.
Dios debe ser alabado y glorificado en todo tiempo, pueblo de Dios, debemos entender que todo lo que vive alaba a Dios y sin importar la tribulación, debemos tener revelación de que los procesos son necesarios para avanzar, preparar y terminar el Propósito de Dios. De este modo, mientras más fuerte sea el proceso, mas unción será derramada sobre nuestras vidas.
Debemos permanecer unidos en la verdad de nuestro Padre, esta union es producida después de una persecución, sigamos unidos a la verdad de Dios, porque sólo así las bendiciones serán provocadas.
Entendamos también que el fruto es resultado del servicio y aunque la competencia esté en todo ámbito y es producido por la envidia, arrogancia, prepotencia y amargura. Entonces, es mejor dar que recibir, recordemos que por los frutos se conoce el árbol
¡Demos mucho fruto en el Señor!