Desde que inició su ministerio, Jesucristo buscó personas que continuaran predicando el evangelio del Reino, para que después que Él regresara a los cielos se siguiera extendiendo el mensaje. Esto quiere decir que usted y yo, fuimos llamado a expresar a Cristo en la tierra.
En los primeros pasos de la iglesia primitiva, Pablo fue llamado a predicar el evangelio por todas partes y fue así como fundó muchas iglesias, incluyendo la iglesia en Corinto, ciudad griega que existe hasta el día de hoy. Después de su fundación, el Apóstol dejó a cargo a su discípulo Apolos, para que siguiera la obra. También, surgieron problemas, perdieron por un momento el enfoque por celos, pleitos y contiendas. Por eso, es necesario comprender que el que da el crecimiento a la iglesia es el Señor.
Por eso, Pablo los exhorta en 1 Corintios 3:9-11: “Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios. Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo” –
Es interesante, que considerando que esto sucedió con hermanos que eran servidores y ayudadores de la iglesia, Pablo decidió no usar el término “servidor”. Vemos que en vez de ir directo a una enseñanza sobre servir a Dios, tal vez comprendió que esta situación ameritaba algo aún más profundo.
Consideremos por un momento, que por muchas buenas intenciones tengamos como pueblo de Dios, el acto de “servir”, no es necesariamente “servir al Señor” en lo profundo del corazón. Es necesario el espejo del Espíritu para mirarnos y reconocer que en ocasiones, servimos, pero no a Dios. Incluso ayudamos sirviendo en la iglesia, pero en lo profundo de nuestro corazón, no estamos sirviendo al Señor de la iglesia.
¿Qué es colaborar?
Colaborar significa trabajar juntos en la realización de un proyecto u obra. Por ejemplo, los ministros trabajan y contribuyen en el propósito eterno de Dios: Perfeccionar el cuerpo de Cristo preparando a los santos para la obra del ministerio.
¿Qué es ser un colaborador?
El término usado por Pablo para colaboradores, es “sunergos”. El prefijo “sun”, significa “juntamente”. Y “ergos”, se refiere al “poder de Dios”. Así, para Pablo no solo hacemos con Dios, sino que lo hacemos animados y fortalecidos por el poder divino; es decir, movidos, fortalecidos y guiados por el poder de su Espíritu Santo.
Hay aspectos fundamentales en un colaborador: La tarea de la Iglesia no puede hacerse en nuestras propias fuerzas. Esto, se refiere tanto a la imposibilidad de hacerlo, como a la inconveniencia de tratar de hacer con nuestros recursos. Dada la naturaleza espiritual de la tarea, simplemente no podemos hacer la obra de Dios con nuestros recursos.
“10 Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.” – Corintios 15:10 (RVR1960)
¿Quién es un colaborador?
• Un colaborador es aquel que planta la semilla y la semilla es Cristo, el verbo hecho carne.
• Hay unidad en los colaboradores, conforme al propósito eterno de Dios Padre.
• Un colaborador, trabaja en el cimiento, para que el edificio construido sea firme.
• Un colaborador debe ser hallado fiel (1 Corintios 4:2).
• Un colaborador es un embajador (2 Corintios 5:20).
• Un colaborador es uno que predica del evangelio de Reino, pues su querer, es el mismo querer del Padre: Que todos alcancen el pleno conocimiento de su Hijo.
Cuando comprendemos estas cosas, nuestra forma de pensar cambia, dejamos de creer en lo que es mejor para nosotros y le damos prioridad a lo que quiere Dios, que siempre será lo mejor.
Honramos a esos hombres y mujeres que disponen su corazón para ser servidores y colaboradores del Reino, que con amor manifiestan a Cristo en todo lo que hacen.