La Santa Cena es un arma poderosa que derrota las tinieblas y abre portales del cielo. Sabemos que en el Reino de Dios hay una lucha continua, pero hoy día recordaremos un fundamento que nos ayudará a vencer todo tentación, se trata del poder de la sangre de Cristo, como lo indica Apocalipsis 12:11.
Antes de llegar a recibir a Jesús en nuestro corazón vinimos con muchas situaciones y con su sangre Él nos limpia y nos redime de todo pecado.
En 1 Corintios 11:23-26 el Señor nos demanda a tomar la Santa Cena para traer a memoria su sacrificio, en otras palabras recordar lo que Él hizo por nosotros porque representa su muerte y resurrección.
La Santa Cena no es una tradición, es un acto simbólico para traer al presente la muerte de Cristo, quien se entregó por completo por amor a nosotros y aun pese a conocerlo le seguimos fallando, pero por esa razón continuamente debemos tomar su sangre y comer su carne para redimirnos.
Ese sacrificio fue tan poderoso que removió la tierra en aquel momento y al recordarlo sucede lo mismo, removemos todo lo que no viene de Él.
Cada vez que tomamos Santa Cena también le recordamos al enemigo que está derrotado, porque hay un poder mucho mayor que es la sangre de Jesús.
La Santa Cena se debe hacer bajo revelación; que es la manifestación de Dios a los hombres de cosas que estos no pueden saber por sí mismos, por lo que desde ahora debemos tomarla con revelación.
Para ello, también debemos ofrecer sacrificios para abrir el portal del cielo, y en ese portal Dios derrama sus bendiciones y detiene todo ataque de las tinieblas.
Necesitamos que se caigan los velos que nos impiden ver lo que Dios quiere revelarnos y eso sucede cuando entramos a otra dimensión por revelación y a través de proclamar el poder de la sangre del Cordero lo podemos lograr como establece 1 Corintios 11:23.
Cuando el enemigo ataca en cualquier área de nuestra vida debemos accionar proclamando la sangre de Cristo y no retroceder ni escondernos, no le otorguemos territorio a las tinieblas, porque el cerco de protección y vallado que levantamos por el poder de la sangre del Cordero hace huir a todo demonio.
La sangre de Cristo tiene vida, tiene poder redentor y tiene valor sobrenatural y ya ese valor estaba predestinado desde el Antiguo Testamento, leamos Levítico 17:11.
El arma más poderosa que tenemos es la sangre de nuestro Salvador y su sacrificio no fue en vano, por lo que debemos alzar nuestra voz para proclamar el poder de la sangre.
Hoy agradecemos a Jesús por derramar hasta la última gota de sangre, reconocemos que es el único Cordero digno de ser adorado y que se hace vida en nuestra vida.
Hoy tomamos la Santa Cena con un mayor nivel de revelación, traemos a memoria el sacrificio de Jesús dándole las gracias porque en aquel momento nos tuvo presente y derramó hasta la última gota pensando en nosotros y otorgándonos este acto como un arma que derrota las tinieblas y a su vez abre las puertas del cielo para derramar bendiciones y respuestas a nuestras oraciones, por eso declaramos la victoria de Jesús sobre nuestra vida.
“11 Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.” Apocalipsis 12:11
“24 y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí.” 1 Corintios 11:24
25 Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. 26 Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga. 1 Corintios 11:25-26
“Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona”. Levítico 17:11