Dios nos ha dado una carta profética para este nuevo año, y uno de los puntos clave es la restauración de la familia. Es por ello que debemos comprender que el perdón es una decisión espiritual.
Hay heridas muy profundas en nuestro corazón, y muchas de ellas son causadas por seres queridos, personas muy cercanas a nosotros, por lo que perdonar se hace aún más difícil. Es por eso que necesitamos el amor de Cristo, ya que el amor humano o natural no puede hacerlo por sí solo. El perdón genuino y verdadero es una señal del amor de Cristo fluyendo en nosotros, y es nuestra responsabilidad procurar que nuestro corazón se mantenga limpio y puro, sin resentimiento ni rencor.
Usted debe saber que tenemos un enemigo, y este busca corazones con amargura, heridos y con falta de perdón. Cuando permitimos que el rencor se apodere de nosotros, damos cabida al enemigo para que nos robe paz, libertad, gozo y propósito. Por esta razón, debemos cuidar nuestro corazón como el tesoro más preciado que tenemos.
Hoy Dios hablará a tu vida para que mantengas un corazón lleno de amor y fe, sano y limpio. Esta nueva temporada debes comenzar con un corazón limpio, sin resentimientos.
Entendamos qué es el perdón. Perdonar es soltar, es dejar libre a aquella persona que nos hizo daño. El perdón es algo espiritual, porque nuestro corazón es sanado y limpiado. Ahora bien, ¿qué es ofensa? La palabra “ofensa” en griego es “scandalon”, lo cual significa trampa. Es decir, el diablo planifica una trampa, utilizando a personas para herirnos u ofendernos; de esa forma, el enemigo adquiere el territorio de nuestro corazón.
¿De qué modo nos perdonó Dios? Todos nosotros estábamos muertos en pecados y delitos, pero la sangre de Jesús nos limpió, nos lavó, nos aceptó tal como llegamos a sus pies. Jesús dio su vida por nosotros, por amor, nos perdonó de todo pecado, sin importar nuestra condición. Jesús no merecía nada de lo que Él padeció; por amor, Él se entregó en sacrificio. Con ese mismo amor, debemos amar y perdonar.