Ya de vuelta en casa, después de una experiencia muy hermosa en Ucrania, y ya a puertas del cierre de Invasión del Amor de Dios el próximo 1 de junio, el Señor me llevó a enseñar a su pueblo, sobre la revelación para trabajar milagros, basándonos en las Escrituras, específicamente en el libro de los Hechos de los Apóstoles, Capítulo 3, el cual habla de la curación de un cojo, allí vemos a Juan y a Pedro en un punto importante, la oración, dice la Palabra: “Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración. Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo. Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le diesen limosna”. Vemos más adelante lo siguiente, en el versículo 4, “Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos. Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo”. Si analizamos esto, y pedimos al Espíritu Santo revelación de esta enseñanza, podemos encontrar muchas cosas, entre ellas, que Dios usaba a Juan y a Pedro, este cojo, sabía que algo recibiría de ellos, si nos adelantamos, él fue sano, pero, hay diferentes cosas que hay que notar, número 1: Para obrar milagros hay que tener una relación estrecha e íntima, Pedro y Juan eran usados, porque tenían un lazo muy cercano con su Creador, estaban conectados con la fuente.
Si leemos lo del cojo, notamos también que, Pedro y Juan fijaron en él sus ojos, a través de ellos, podían ver lo que había en él, puesto que, los ojos son la ventana del alma, y allí se ve la expectativa y la fe de la persona, este hombre a medida que estaba con Pedro y con Juan, se llenó de expectativa, ¿y saben que produce eso? Que el cielo responda, porque donde hay expectativa y hambre de algo nuevo de Dios, algo tiene que ocurrir, entonces, cada vez debemos estar deseosos por querer más y más. Porque donde no hay expectativa no hay revelación, tengamos en cuenta que, donde hay revelación, allí está el corazón de Dios.
Para culminar, el milagro fue hecho, “Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios. Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios”. ¡Cuán grande es el Señor!
Dice otro versículo bíblico, en 1 Corintios 12:10, “A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas”, vemos la palabra “hacer milagros”; en el hebreo originario, el significado quiere decir trabajar. Si lo llevamos a este hecho, debemos trabajar los milagros, esto no se trata de nosotros, se trata de dejar que Dios sea Dios. Y lo que debemos hacer como hijos del Señor, es estar en contacto comunión con Él, ver las cosas como si ya fuesen, estando a la expectativa de lo que sucederá. Y no perder la fe. En los próximos días veremos un mover de su gloria, no dejemos la fe a un lado, conectémonos al Padre… Yo lo creo, ¿Y usted?