Para comenzar, quiero dar el fundamento de la enseñanza de hoy, en el libro de 1 Corintios 14:20 dice: “Hermanos, no seáis niños en la manera de pensar; más bien, sed niños en la malicia, pero en la manera de pensar sed maduros”. Y en Hebreos 6:1-3 dice: “Por tanto, dejando las enseñanzas elementales acerca de Cristo, avancemos hacia la madurez, no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas y de la fe hacia Dios, de la enseñanza sobre lavamientos, de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno. Y esto haremos, si Dios lo permite”
Cuando hablamos de carácter, habla de lo que somos por dentro, está relacionado con el carácter de Cristo en cada uno de nosotros. Siempre ha habido confusión con el uso del término “carácter”, se piensa que se trata de alguien con temperamento fuerte, y no es así, al contrario, es alguien manso y humilde, es alguien que dice “voy a seguir hasta llegar a mi destino, hasta hacer la voluntad de Dios por encima de mí mismo” En la Biblia hay tantos ejemplos de personas que anteponían todo esto, antes de manifestar su voluntad, tal como Moisés, Elias, los Apóstoles, y por supuesto, cómo Cristo, nuestra mayor inspiración y ejemplo de madurez. Si, hasta su enojo fue santo, ¿recuerdan cuando volteó las mesas en el templo?, Él avanzó por esta carrera de la fe hasta llegar a la meta, entonces, cuando tenemos su carácter, es ser perseverante, es estar parado sobre la roca, que es Jesús, y no alguien que está parado en sus propias emociones, sentimientos o pensamientos.
La madurez, nos habla de responsabilidad, de crecer, de avanzar. El que es un hijo de Dios debe alcanzar dicha madurez.
¿Por qué es necesario madurar?
Porque vienen mayores cosas, viene él cumplimientos de sus promesas, y Cristo viene por su novia limpia y sin mancha, por una iglesia madura.
Escrito está en Efesios 4:13-15:
hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.
También entender, que necesitamos ser maduros para recibir la revelación y las promesas de Dios. Es tener un corazón puro, santidad, fe, perseverancia y sujeción.
El Padre siempre quiere llevarnos a más, pero hoy te digo a ti, comienza la carrera de la fe, y procura con diligencia terminarla, no te des por vencido
fe Dios ya lo ha hecho!