Poder transformador de la Cruz
Desde el principio, Dios tuvo un plan divino; nos escogió, pero también nos transforma de forma continua a la imagen de su hijo.
Es por ello que, nuestra mente debe ir en obediencia a la de Cristo para permitirle a Él que reine en nuestra vida.
En Colosenses 3:9-11 el Señor nos insta que cada día debemos despojarnos de nuestra vieja naturaleza y ser renovados a la nueva.
“9 No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, 10 y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, 11 donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos.“
Para seguir siendo renovado, no podemos hacerlo por nosotros mismos ni seguir las ofertas que ofrece el mundo, porque el ser humano no tiene la capacidad para transformar, solo en Cristo podemos lograr ser renovados y cambiados.
El Espíritu Santo que está dentro de nosotros nos ayuda a ser transformados y lo va a seguir haciendo hasta que la obra sea completada.
Dios es tan grandioso que siempre ha usado parábolas, tomando ejemplos de cosas naturales para darnos a conocer su plan.
Al leer Jeremías 18:1-6 notamos como Dios le habla al profeta y le muestra cómo puede transformarnos.
“Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: 2 Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras. 3 Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. 4 Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla. 5 Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 6 ¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel“
Si hay algo que debemos entender es que continuamente debemos tomar la decisión de llevar la carne a la Cruz, porque es allí donde dejamos nuestra malas acciones y recibimos lo nuevo del Padre. Además, recordemos el ejemplo del águila, que para ser renovada tiene que hacer una transformación dolorosa; arrancarse las plumas y las uñas y pasar tiempo en un nido improvisado hasta que todo salga de nuevo, decisión que determina a pasar para poder seguir viviendo, de no hacerlo está condenada a morir por no sacar las cosas viejas.
Nosotros antes de conocer a Cristo estábamos en la misma situación del águila, un día decidimos a cambiar, acción que debe ser continua, hay que sacar todo lo viejo, aquello que no nos deja a avanzar hacia la voluntad de Dios, esta es la vía para ser renovados como las águilas, cuya promesa está en Isaías 40:31:
“31 pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.”
Al seguir leyendo las escrituras, notamos el ejemplo acerca de la exhortación que nos hace el Señor para ser renovados, en Lucas 5:37-39 “37 Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo romperá los odres y se derramará, y los odres se perderán. 38 Mas el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar; y lo uno y lo otro se conservan. 39 Y ninguno que beba del añejo, quiere luego el nuevo; porque dice: El añejo es mejor”. Él quiere depositar su vino nuevo, pero no lo puede hacer en una vida que está atada a su antigua manera de pensar y vivir.
El objetivo de toda transformación no es solo para ser buenas personas, sino para ser empoderados en la manifestación de Cristo en nosotros para ir a compartirlo con otros.
Como personas renovadas debemos amar, vivir y accionar como Cristo lo hace; en decir, las añadiduras no son una prioridad, sino vivir para Él.