La Palabra de Dios nos enseña que debemos transicionar de miembros a discípulos. Y nos podemos preguntar: ¿cómo es un discípulo de Dios?
En 2 Timoteo 2:1-7, el apóstol Pablo le habla a su discípulo Timoteo de la gran diferencia entre ser un miembro de la iglesia y ser un discípulo.
Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús. Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros. Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo. Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado. Y también el que lucha como atleta, no es coronado si no lucha legítimamente. El labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero. Considera lo que digo, y el Señor te dé entendimiento en todo.
El discípulo rompe el molde, hace cosas locas. Pablo le dice a Timoteo que enseñe a otros lo que él le ha enseñado, para que ellos también le enseñen a otros.
Una persona que es miembro de una iglesia se sienta a esperar que le sirvan los panes y los peces, mientras que un discípulo se convierte en el que hace el pan y en un pescador. Lo que quiere decir, que el discípulo va en busca de las almas.
1. El discípulo no es un perezoso, él decide pagar el precio.
2. El discípulo se esfuerza en la gracia de Dios.
En resumen, la Biblia nos enseña que fuimos creados por Dios para ser discípulos, en alguien sé que involucra en la obra de Jesús.