La semana pasada celebramos el Pentecostés, el segundo más poderoso que haya ocurrido en la faz de la tierra y esto provocó que quedara un portal abierto en los cielos. Mi espíritu se regocijó al recibir muchos testimonios sobrenaturales que experimentaron familias estando en su casa.
Declara que: Tengo un llamado por Dios y para Dios, Jesús salió a mi encuentro y me hizo para que yo porte la gloria de Dios, soy su voz en la tierra, tengo repuestas en medio del caos, el Espíritu Santo está en mí y haré señales y prodigios y miles llegarán a la presencia de Jesús.
Debemos comprender que estamos en medio de la nueva era y en el nuevo avivamiento, pero quienes mueven todo esto somos nosotros como embajadores del cielo en la tierra. Al igual que Pedro nos podemos equivocar, pero Dios no nos quita el llamado porque desde el vientre de nuestra madre ya nos había apartado, lo importante es humillarnos y arrepentirnos, eso borrará nuestros errores y debilidades para ser bautizados por el Espíritu Santo y ser usados para llevar las buenas nuevas en medio de este tiempo.
Padre oro para que en esta era se despierta el remanente y se levante con la fuerza que tuvo Pedro para que predique con denuedo tu Palabra y cuando regresemos a congregarnos nuevamente en este templo recibamos esta nueva cosecha de tus hijos bautizados en el Espíritu Santo y sirviéndole a Jesús.
Con Dios todo sin Él nada, porque con Dios siempre se gana, nunca se pierde.