La palabra visión significa sueño. Dios tiene un sueño y para lograrlo necesita de hombres y mujeres que le crean, así como lo hizo un hombre del que habla la Biblia llamado Nehemías.
En Nehemías 2:17-18, vemos que este hombre se encontró con un problema pero tuvo fe, como lo dice Hebreos 11:6. Porque cuando abrazamos la visión personal y/o la visión corporativa, abrazamos la fe, y esa fe lo que produce es impulsarnos a lograr las cosas.
Cómo cristianos tenemos una visión personal y una visión corporativa. Y la visión corporativa de esta casa fue lo que Jesús hizo: evangelizar, afirmar, discipular y enviar.
17 Les dije, pues: Vosotros veis el mal en que estamos, que Jerusalén está desierta, y sus puertas consumidas por el fuego; venid, y edifiquemos el muro de Jerusalén, y no estemos más en oprobio. 18 Entonces les declaré cómo la mano de mi Dios había sido buena sobre mí, y asimismo las palabras que el rey me había dicho. Y dijeron: Levantémonos y edifiquemos. Así esforzaron sus manos para bien.

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”.

Hermanos para que la visión se haga realidad, es necesario la unidad del cuerpo de Cristo. No es una invitación, es un llamado que Dios nos hace a todos.
No necesitamos un talento, sino la disposición para formar parte de la visión que el Señor nos ha dado como ministerio. Porque cuando Dios nos da una visión, también nos da la provisión.