La Biblia nos revela que vamos a ir de gloria en gloria, de poder en poder, de fe en fe, de unción en unción. El Reino de Dios siempre está en movimiento, donde algo se dejó de mover es porque está muerto.
Asimismo, Dios opera en ciclos y temporadas, esos son los movimientos de Dios. Una temporada encierra varios ciclos, los ciclos son los que Dios usa para madurarnos en alguna área, para formar nuestra vida y nuestra carácter.
De esa manera, para entrar en una nueva temporada, tenemos que haber cumplido con ciertos ciclos, ya que si pretendemos saltarnos esa parte sin pagar el precio, la temporada podría ser un fracaso. Y es el mismo Dios, quién aprueba si ya estamos preparados para entrar a una nueva temporada.
En consiguiente, Dios creó la tierra y los cielos, y creó al hombre como una extensión del cielo en la tierra, escrito está en Génesis 1:26. Por ello, dónde quiera que nos movamos, tenemos que hacerlo como una extensión del reino, como imagen y semejanza del Señor. Usted y yo somos extensión del cielo en la tierra, para que provoquemos la voluntad de Dios aquí y ahora.
“ Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.”
En Génesis 1:28, vemos que la bendición ya está con nosotros desde la creación. Iglesia, Dios nos bendijo para establecer su reino en la tierra, así como lo hizo su hijo Jesús. Cuando Dios nos bendice, lo hace para que nosotros como extensión de su reino, podamos bendecir a otros.
“Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.”